Los peligros de una excesiva dependencia del endeudamiento han quedado al descubierto con la crisis financiera, los temores de que Grecia caiga en cese de pagos son cada vez más grandes y los mercados responden al nerviosismo que lo rodea. Según información del FMI, la deuda Griega era, hasta junio de este año, de 327 mil millones de euros, equivalente al 150% de su PIB, y las cifras al cierre del segundo trimestre se recrudecen aún más, el PIB se contrajo a un ritmo anual de 7.3% y el desempleo se sostuvo en 16%, evidenciando una profunda recesión.
El país está reduciendo el gasto público, elevando los impuestos y reduciendo los salarios; sin embargo, se ha rehuido al endurecimiento de estas medidas, por el elevado costo político que implican, porque son restrictivas y contribuyen a incrementar la recesión en la que vive ese país, lo que significa mantener un círculo vicioso que agudiza aún más el problema fiscal del déficit y de su deuda.
Parece no haber un mecanismo efectivo de aislamiento y contención del problema griego, por parte de la Unión Europea, que ayude a un ajuste más equilibrado entre gasto y precios. Grecia necesita abrir la posibilidad de una devaluación cambiaria abandonando la unión monetaria y restableciendo su antigua moneda: el dracma. Esto daría promoción a sus exportaciones y permitiría restablecer el crecimiento económico.
Los mercados financieros han aumentando la probabilidad de insolvencia del gobierno Griego (por arriba del 90%) y la necesidad de reestructurar su deuda; por lo pronto, el financiamiento para Grecia esta encareciéndose.
La gravedad del asunto es que el problema no se limita a las fronteras griegas, sino que tiene efectos importantes en el resto de Europa y del mundo. Los diferenciales de las deudas soberanas de países como Irlanda, Portugal, España e Italia (la tercera economía más grande de Europa) también han venido aumentando.
Ante el difícil panorama, entre las opciones que se han barajado para paliar actual crisis en Europa, está la participación de los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en un rescate a la eurozona, esta posibilidad contempla que las economías que hasta hace algún tiempo eran consideradas por los organismos internacionales y países industrializados, como los problemáticos e indisciplinados del planeta, han mantenido un equilibrio en las finanzas públicas y poseen fortaleza en el mercado interno, lo que les provee de liquidez financiera.
Existe un cambio en la riqueza mundial, la crisis financiera global ha acelerado el traspaso del poder económico de las economías desarrolladas a las economías en desarrollo; según estimados del Banco Mundial los países emergentes promediarán un crecimiento anual de 4.7% entre 2011 y 2025, mientras que las economías desarrolladas lo harán a un ritmo de sólo 2.3%; en un estudio hecho por Consultores Internacionales, S.C., estima que en el corto plazo, el PIB de China seguirá creciendo alrededor de 9%, y el de India alcanzará una tasa de crecimiento de aproximadamente 7.5%. Europa y Estados unidos son grandes consumidores de productos que se elaboran en los países emergentes, los recursos financieros de países como el bloque de los BRIC pueden ser invertidos en Europa para ayudar a que sus clientes no se hundan. Pueden evitar que la eurozona se paralice, lo que a su vez impediría que sus propias economías se estanquen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario