El 11 de septiembre, cuando se conmemoraban los 40 años del golpe de Estado en Chile y doce años de los ataques a Nueva York, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) alertó de "la combinación de dos sistemas de bajas presiones con potencial ciclónico, uno en el Golfo de México y otro en el Pacífico Sur, que propiciaría lluvias muy fuertes durante los próximos días". Bautizaron a esos dos sistemas como Ingrid y Manuel, recibiendo la categoría de ciclones. Una semana después el paso de esos ciclones produjo más de un centenar de muertos. La pregunta que empieza a flotar entre los ciudadanos es: ¿cómo es posible que México no esté preparado para una tragedia de este tipo? Máxime si se tiene en cuenta que todos los años, entre los meses de mayo y octubre, México vive su temporada de huracanes. Al analizar la situación, se pueden ver varias razones para explicar el desastre.
· México posee un sistema de alerta temprana para ciclones tropicales que sirve para ofrecer un pronóstico y determinar qué medidas deben tomarse. A toro pasado, resulta evidente que hay que modernizar ese sistema e implementarlo para que también puedan prevenirse otros fenómenos como deslizamientos de tierra o inundaciones. Se trata de tener más información de puntos precisos como radares, información satelital, estaciones meteorológicas, equipos de cómputo, análisis de tierras y datos concretos sobre el subsuelo.
· Aquí se puede ver la negligencia y el fácil camino de la corrupción, con un tema tan sensible como los permisos para la construcción de viviendas. En Guerrero y Veracruz había construcciones de viviendas que nunca se apegaron al reglamento. Efectivamente, un ordenamiento territorial adecuado habría ayudado a que no hubiera estos corrimientos de tierra, ni tal cantidad de viviendas destruidas y vidas perdidas. ¿Existe ya una presión social para que se revise el uso del suelo y las construcciones en los límites de los ríos? ¿Harán algo los gobiernos municipales para cumplir con esos requerimientos? O como coloquialmente decimos, después del niño ahogado se va a tapar el pozo y a olvidar las tragedias y a los mexicanos que las están sufriendo.
· El SMN emitió las alertas pero los Estados no se coordinaron entre sí ni con la Federación. La realidad es que esa coordinación resulta indispensable cuando hablamos de zonas con altos índices de pobreza, malas infraestructuras, asentamientos muy irregulares y una mala política de desarrollo urbano.
Si bien es cierto que los gobiernos no pueden evitar los fenómenos naturales también lo es que sus decisiones pueden incrementar o reducir los desastres que ocasionan. Hay una respuesta a la pregunta de qué se puede hacer en casos como este: la aplicación de la ley, esto es la certeza jurídica, en materia de desarrollo urbano municipal, además de la educación y la preparación de los habitantes de las comunidades, aunque quizá para algunos gobiernos sea más barato llevar varillas, carretillas, cubetas, tabiques y víveres, además de aprovechar la tragedia para sacar ventaja publicitaria y electoral, ahí tenemos el lamentable caso de la nefasta y corrupta Laura Bozzo de la mano de un gobernador, esa es nuestra triste realidad.
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